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HISTORIA DE MI GENERACIÓN. 29

May 20, 2010

Julio de 1975

Qué rara se me hacía la libertad sin fecha de caducidad. Me quedé algunos días en plan vacaciones en Barcelona, gozando de toda la hospitalidad de Khris, readaptándome e incluso aprendiendo a andar y actuar sin la marcialidad que me había sido inculcada.
Me permití hacerlo en vez de salir corriendo para Bilbao para reincorporarme a mi puesto, que era lo que más deseaba, porque en aquel momento Mi Generación también disfrutaba de unas “vacaciones” en la hermosa villa del Nervión.

Desde que llegaron allí tres semanas antes, habían actuado cinco días, del 24 al 29 de Junio en el Holiday, en sesiones de tarde y noche, e incluso alguna matinal, y ocho entre el 2 y el 13 de Julio, en el Club Kaikus de la enazufrada Sestao. Pero desde dos días antes de licenciarme, hasta el siguiente 3 de Agosto, no tenían ni una sola actuación. No sé si habían sido cancelados en alguna sala, o había sido por culpa del representante; cabía cualquier posibilidad ya que el empeño en interpretar solamente nuestros propios temas no tenía buena acogida, según pude luego comprobar. En esas circunstancias, no resultaba aconsejable mi advenimiento, ya que yo, recién salido de la “mili”, tampoco podía costearme la estancia durante otras tres semanas de inactividad.

Cuando llegué a Bilbao, el panorama era aún más desolador que las veces anteriores. El dinero de las primeras semanas se había agotado, o estaba a punto después de pagar al transportista -que naturalmente cobraba también por volver de vacío- y descontar las comisiones.
La reincidencia podía ser disculpable si tenemos en cuenta lo rematadamente mal que nos iba en Barcelona, pero, ¿por qué no habían vuelto entonces a Ibiza?, o ¿por qué no cualquier otra temporada de Costa?, ¿qué coño hacíamos en Bilbao cuando todo el mundo salía corriendo de allí hacia las playas del Mediterráneo?. Me resultaba incomprensible la terrible atracción que Bilbao ejercía sobre algunos de mis compañeros, pero lo mío con el grupo era amor ciego, acepté como dogma su decisión, me guardé las preguntas y me alegré inmensamente de volver a estar con mis amigos. Lo importante era que, al fin, volvíamos a estar los cinco reunidos.

En cambio, el tórrido romance de Toni y su sensual alemana se marchitó al acabar la primavera. Parecía que la cosa iba en serio (incluso existían planes matrimoniales) y ya casi le veíamos casado, pero no fue así, y lo que vimos fue un amor frustrado por la incomprensión hacia la incondicional vocación de Toni, de la hipotéticamente futura Sra. de Palacín.

Esta vez, en lugar de sustituir urgentemente a Uly por otra -o varias-, que era el modo en que solíamos buscar remedio rápido al mal de amores, y de la dosis de misoginia propia de los corazones rotos, lo suyo fue bastante más drástico.
Tal como anunciaba a principios del 74 en su canción “El Ególatra”, inspirada en «El Retrato de Dorian Grey» de Oscar Wilde, “ya no buscaba el amor de una mujer”. Aquel desencanto amoroso fue al parecer determinante para hacerle tomar la pragmática decisión de ampliar horizontes y probar suerte también con el otro género.
En este caso tampoco hice preguntas, cada uno es libre de elegir sus compañías, y de hecho, no fui totalmente consciente de su cambio de opción hasta un año más tarde. Pero mejor que yo, os lo explica el propio Toni, con sus propias palabras:

Uly y Lucky aparecieron al mismo tiempo.
Aunque yo acababa de tener mi primera experiencia gay, estaba todavía persuadido de mi pertenencia al grupo «hetero». Uly era guapa y simpática. Nos «enamoramos», y aquella relación duró más que la temporada en el San Francisco.
Ella volvió a Barcelona varias veces, y los tres, ella, Lucky y yo, (pues a él también me lo llevé a Barcelona), pasamos momentos felices juntos. Mi madre estaba encantada.
Un día, llevado por un entusiasmo momentáneo, por primera vez me decidí… y le propuse que nos casáramos…!!
Ella me miró con aquella caríta de alemana «formal» y respondió: «Sí…, pero… TENDRÁS QUE DEJAR LA MÚSICA… y buscarte un trabajo estable con el que podamos vivir.
No quiero ser la mujer de un… «vagamundos». Debes escoger…!!

Efectivamente escogí… y me quedé con el perro.

¿Puede alguien que realmente te quiera pedirte que renuncies a tu propia esencia? La música, para mí, nunca fue una opción alternativa… era el amor de mi vida.

Romántico empedernido, preferí renunciar a un tentador futuro «ideal» por amor.

.

Lucky, el perro de Toni.

Entre una actuación y la siguiente, nuestro equipo se guardaba en el local de Los Mitos, en la Ribera de Deusto, gentileza que, junto a la de venir a vernos a ver al Holiday de vez en cuando, hacía pensar que habíamos arraigado en el ambiente musical de Bilbao.

Mi reentrée se produjo el 3 de Agosto de 1975, en el Club Landachueta de Lujúa, una de esas sociedades privadas que tanto gustan a los vascos -y vascas, que es como hay que decirlo ahora-. Era casi como volver a empezar.
Para empezar bien, cambié las cuerdas del bajo que llevaban quince meses oxidándose aburridas, como yo. No recuerdo si tuvimos ocasión de ensayar, pero en cuanto me vi en el escenario, con mi maravilloso Fender Jazz colgado, se me pasó el nerviosismo y las notas volvieron a mi cabeza y a mis dedos como si nunca hubiera dejado de tocarlas. El único contratiempo fue que había perdido los callos de las yemas y la segunda actuación me resultó algo dolorosa, ya que actuamos a medio día y por la noche. No obstante, salimos por la puerta grande.
La siguiente tardó otros diez días en llegar: del 13 al 17 de Agosto en el Galo’s de Santurce.

Por cierto: nunca olvidaré que ese 16 de Agosto mis compañeros me despertaron cantando el «Cumpleaños Feliz«, y con el mejor regalo que me podían ofrecer rascándose el fondo del bolsillo, supongo. Me trajeron a la cama una jarra con un litro del exquisito chocolate de la Granja María Luisa. Conocían mi pasión por el chocolate y las chicas, y Paco me hizo por su cuenta un regalo extra que satisfacía mi otra pasión, cediéndome gentilmente y sin resquemores a Marisa, una chica guapa y desinhibida que era su ligue de entonces, al darse cuenta de que entre nosotros saltaron chispas y feromonas apenas aparecí por Bilbao, y que a la chica le apetecía más desde aquel momento otro «miembro» de Mi Generación. Tampoco olvidaré jamás a ese «regalo» (Un beso a Marisa si alguna vez lee esto). Y es que, así eran las cosas entre nosotros: amistad prueba de todo.

A partir de ahí, parecía que se empezaba a regularizar la cosa: 20 y 21 de Agosto en el Trébol Club de Portugalete; el 22 de Agosto volvimos al Landachueta; 23 y 24 otra vez Trébol, y del 26 al 31 en el Anaconda de Baracaldo.

¡DISCREPO!

Aunque habíamos conseguido un buen número de actuaciones, de un modo más o menos enlazado, lo que no conseguíamos era un éxito regular; en muchos casos: ni siquiera mediocre, y es que el público no mostraba demasiado interés por nuestros temas propios, que era lo que tocábamos contra viento y marea, a pesar de que la gente aplaudía más bien poco, a veces nos silbaba, y se desgañitaba con frecuencia pidiendo que tocáramos algo conocido.
Al deprimente ambiente de Bilbao y sus ciudades satélite, que era donde ejercíamos mayormente nuestro incomprendido arte, había que añadir la depresión de salir a menudo de los locales en los que actuábamos con las orejas gachas, sin haber recibido el aplauso que, como es sabido, es el alimento del músico, y encima viendo peligrar el otro alimento, el pan nuestro de cada día, pues el riesgo de dejar de ser contratados se hacía patente.
Disponíamos de mucho tiempo para reflexionar entre actuación y actuación, pero ese tiempo lo empleábamos en componer y componer más temas del mismo estilo, cargados de mensaje y recargados de arreglo e instrumentación, indigestos para un público que ahora repartía sus preferencias entre “Saturday night fever” y “El Vals de las mariposas”; Georgie Dan y su maldito “Bimbó”, y el relamido “Feelings”, de Morris Albert.
Ante el cariz que tomaban las cosas, se convocó reunión para hablar en serio del tema y tratar de hallar alguna solución que nos permitiera seguir a flote, ya que el barco hacía agua por todas partes.
Avanzada la asamblea y en vista de que lo único que se decía eran heroicas divagaciones, Paco, haciendo su aportación de sensatez, quiso concretar.
– Yo creo que lo que necesitamos es hacer un estilo más…
Y, no encontrando la palabra para definirlo, aunque todos sabíamos perfectamente lo que quería decir, titubeó un instante, instante que fue aprovechado por Xavier para rebatirle, como de costumbre, con un contundente “¡Discrepo!”.
¡Eso, eso!. -Continuó el bueno de Paco, que no había captado la traicionera consonante culpable de la diferencia entre discrepo y discreto, que le pareció idónea para definir un estilo más “comercial”, ya que todos teníamos la fea costumbre completar sus frases, y la aceptó inmediatamente como la palabra que buscaba.
Naturalmente, el ataque de risa subsiguiente dio al traste con la seriedad de la reunión, y con la reunión, de la que no salió conclusión alguna con los resultados que más tarde se verán. Pero, treinta y tantos años después, nos seguimos riendo, incluso Paco.

Mi Generación (Reunidos tras 46 meses de mili) - Borgia, Logroño Sept. 75

El 3 de Septiembre volvimos por cinco días al Borgia de Logroño -otro viaje y otro transporte doble-, y desde ahí hasta el 21 de Septiembre, actuamos otros diez días entre el Anaconda, el Landachueta y el Holiday, y se acabó.
El dinero ganado apenas llegaba para pagar la larga cuenta acumulada en la pensión y, hacerlo significaba regresar a Barcelona sin un duro, como de costumbre. Sin ningún contrato más a la vista, prácticamente no nos quedaba más remedio que cometer la infamia de fugarnos de madrugada.
Emprendimos pues una no demasiado rápida huida en dirección sur, con la ingente cantidad de equipo que arrastrábamos en un furgón Mercedes de 3500 Kg. -hacía tiempo que había dejado de caber en una furgoneta-, y en el Seiscientos de Toni.

GRANDES PROYECTOS

Metimos de nuevo el equipo en el taller de la familia de Paco. En Barcelona tampoco teníamos actuaciones de momento, pero al menos nos quedaban las grabaciones. José María Durán, que seguía muy metido en el restringido grupo de los músicos de sesión, consiguió volver a introducirnos en Estudios Gema para poner voces, guitarras acústicas, y hasta grabar bases. No era mucho, pero proporcionaba ingresos y nos volvía a introducir también en el mundo de las discográficas, del que habíamos quedado excluidos al desaparecer Palobal, o mejor dicho: Pablo López Balada.

Todo aquello resulta muy confuso, porque tratábamos con gente de diversas compañías, pero creo que fue Santi Arisa, el batería y líder de Fusioon, que estaba dando sus primeros pasos como productor, quien primero se interesó por nosotros. Miguel Casas, nuestro productor de toda la vida, había huído de España harto de desengaños a producir a otra parte: a Venezuela. Volvíamos a tener pues “grandes proyectos”.

Aunque nuestro segundo álbum, ya grabado y mezclado, seguía prudriéndose huérfano de distribuidora en algún cajón, nos propusieron grabar algunas de las nuevas canciones: “Años después”, de nuevo una colaboración entre Eliseo y yo, “Desde aquí”, de Xavier, “Sobre mis pies”, que había compuesto yo solito -por fin me había salido algo animado-, y que contenía mi famosa frase “Pero, realmente, no tiene importancia”, que yo empleaba siempre para quitar hierro a las desavenencias del grupo, e infundía un toque optimista a la catastrófica visión de la sociedad que expresaba en mi canción y reafirmaba mi negativa a “pasar por el tubo”. Con permiso:

“No hay respuestas
para quien quiere saber.
Mi cuerpo vive,
pero, ¿quién vive dentro de él?
Este mundo
pagará bien tu función
para que sigas
muriendo bien alimentado.

Pero, realmente,
no tiene importancia, les escuché,
pero prefiero
andar todo el camino sobre mis pies.

Una alusión a Joaquín Luqui y el chasco que me llevé con lo de Los 40 Principales, y una crítica a la credulidad del público.

Ejecutivo,
tú, que eres joven y agresivo,
¿has heredado
el paraíso prometido?.
Crucificamos,
somos reacios a entender.
Nos asustamos
De lo que pueda suceder.

Por alguna razón, la cosa no le pareció a alguien suficientemente pesimista, o musicalmente completa, y acabamos incluyendo un dramático interludio de Javier, en tono menor y con un tempo reducido a la mitad, que disuadiera de cualquier tentación de bailar si a alguien se le empezaba a mover el pie con el machacón ritmo del tema:

Vuestro futuro ha pasado,
vuestra vida ha terminado
mucho antes de empezar.
Piedra y camino que he de andar.
Camino, piedra y caminar.

Algo muy machadiano, pero que yo no acababa de ver ligado con lo mío. No obstante, lo que me sacaba de quicio y me despistaba al cantar era que, sobre la melodía, la palabra “futuro” sonaba esdrújula, con lo cuidadoso que siempre he sido yo para esas cosas.

La piedra es piedra sin saberlo,
y algún hombre, sin quererlo,
es piedra y es hombre a la vez.
¿Por qué?

¿Por qué? -seguíamos preguntando años después-. Y volvíamos a la carga con una variación del estribillo.

Pero, realmente,
no tiene importancia.
Cada cuál busca
su parte de felicidad.”

Que se repetía unas cuantas veces hasta el final. Observe el lector mi astucia en la autocita del último y subliminal verso. Sólo me faltaba recordar al distinguido público que podían adquirir el single con nuestro único éxito en los establecimentos del ramo. Pero hubiera sido inútil, llevaba cuatro años agotado.

La propuesta incluía algunas más: “Humo”, también de Eliseo y mía; “Para cuando estés triste” y “El ególatra”, de Toni, y la grabación se llevaría a cabo, como en los primeros tiempos, de modo independiente, para después intentar que las editara Ariola, que -si mal no recuerdo- era la compañía en la que andaba metido Santi.
¡Aleluya!. Mi Generación renacía de sus cenizas y teníamos algo que sonaba a contrato discográfico, parecía que las cosas iban por buen camino.

(Continuará…)

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